Capítulo 382
Juan no se atrevía a mirar a los ojos de Sara; en ese momento, estaba completamente nervioso.
Tampoco se atrevía a mirar a Lorena: mantenía la cabeza gacha, con esa actitud de inútil que tanto lo caracterizaba.
Lorena ya estaba acostumbrada a verlo así de apocado y su enfado no hacía más que aumentar.
—¡Juan!
Lo agarró por el cuello de la camisa, obligándolo a levantar la cabeza. —Dime lo que piensas. Si eliges a Sara, entonces les deseo toda la felicidad del mundo.
Juan negó con la cabeza, llorando y mordiéndose el labio con fuerza.
Sara también sollozaba a su lado. —¿Juan, de verdad vas a abandonarme? Si es así, ¡prefiero morir!
Se levantó de golpe y, sin dudarlo, se lanzó contra la pared cercana.
Estaba dispuesta a todo; con ese impacto, la pared quedó marcada al instante con una mancha de sangre, y ella casi perdió el conocimiento.
Juan se asustó muchísimo y se levantó del suelo. —¡Sara!
La frente de Sara sangraba; alzó la mirada hacia él, con lágrimas corriéndole por la cara. —Jua

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