Capítulo 403
Pedro tenía una toalla limpia en la mano y se la ofreció.
Lorena, aun temblando, intentó tomarla, pero sin quererlo, su mirada se posó en la marca de mordisco en el cuello de él.
Su atención se detuvo un instante; enseguida juntó ambas manos y se echó agua fría en la cara, intentando despejarse.
Pedro seguía con la mano extendida, observando sus movimientos sin pronunciar palabra.
Lorena, con la punta de la nariz enrojecida por el frío, se incorporó, tomó la toalla y se secó la cara y el cuerpo. Al ver la marca de pintalabios en el dorso de la mano de Pedro, agachó la cabeza para limpiársela.
Pero él la esquivó enseguida y, manejando la silla de ruedas, retrocedió un paso.
No era la primera vez que Lorena se veía en una situación tan comprometida; en otra ocasión, tras haberse embriagado en una sala privada, también se había aprovechado de la cercanía de Pedro.
Sin embargo, lo de esta noche había sido mucho peor; lo había dejado en ridículo delante de todos, por su culpa.
Lorena se sen

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