Capítulo 419

El gesto de colocar la insignia en el pecho acercó los movimientos de ambos; aunque ella ya se esforzaba por mantener una distancia cortés, en el momento de inclinarse sintió cómo Pedro se echaba hacia atrás. Se la puso rápidamente y, de inmediato, se enderezó. —Señor Pedro, vamos a comer, supongo que también tienes hambre. Él la observó mientras ella limpiaba los cubiertos y, levantando la mano, se tocó despacio la insignia; aún conservaba el calor de ella. —Ajá. Su estado de ánimo se suavizó casi de manera visible, y Lorena también se sintió aliviada. Estaba a punto de decir algo cuando, de repente, se oyó la voz de Liliana afuera. Había elegido ese lugar precisamente para presenciar el espectáculo. En el reservado de al lado. Salvador había ido allí para reunirse con un socio comercial muy importante, pero ahora la irrupción de Liliana lo había echado todo a perder. Había más gente del Grupo Ventisca presente, y Liliana abrió la puerta del reservado sin más. —Señor Salvador, mi novi