Capítulo 811

Después de terminar, los dos fueron juntos a ducharse. Andrea, a un lado, se secaba el cabello húmedo con el secador, mientras Alejandro, recostado en el borde de la cama, no apartaba los ojos de ella ni un instante. Esa noche Andrea había sido demasiado tierna, tanto que él no terminaba de acostumbrarse, pues durante esos años ya se había habituado a sus miradas frías. Andrea apenas se dio unos cuantos toques con el secador y luego salió a traer un vaso de agua, que le entregó. En el fondo de los ojos de Alejandro se encendió un destello. —Tú… ¿Acaso estaba mal de la cabeza? ¿Por qué esa noche lo trataba tan bien? ¿O quizá por fin había comprendido que la persona que más la quería en este mundo era él y había decidido valorarlo? La comisura de los labios de Alejandro se curvó, tomó el vaso y lo bebió de un trago. —Hermana, vamos a dormir, tengo sueño. Al llamarla hermana, sonaba de lo más dócil, nada parecido a la brusquedad habitual en él. Andrea se metió en la cama y, en cuanto apoy