Capítulo 49

De esa manera, parecía como si estuviera evadiendo algo. Regina habló apresurada. —¡Voy contigo! Alonso no pudo evitar sonreír al verla decir esa negativa con esa expresión tan adorable. La tomó de la mano y levantó la sábana junto a la cama. —Si tienes sueño, descansa bien. Este pequeño asunto, déjamelo a mí. Aunque Regina aún sentía que no era lo correcto, las palabras de Alonso parecían tener un efecto mágico en ella. Se quedó tranquila, obediente, sentada al borde de la cama. Al ver que Regina no se movía en lo absoluto, Alonso se inclinó un poco y levantó con sumo cuidado sus delicadas piernas, colocándolas sobre la cama. La postura, por un instante, se tornó un tanto confusa. Bajo la luz tenue, el corazón de Regina comenzó a latir con rapidez sin saber por qué. Cuando Alonso salió de la habitación, Regina atribuyó ese repentino desorden de su corazón al hecho de que rara vez se quedaba en la habitación de un hombre, y por eso se sentía de esa forma Pero al cerrar los ojos, en su