Capítulo 1086
Muy pronto se escucharon unos golpes fuera del auto, Raquel giró la cabeza: Ana había aparecido fuera del automóvil.
Ella los había alcanzado y ahora golpeaba la ventanilla del auto de Alberto.
Raquel exclamó: —¡Alberto, Ana está aquí!
Alberto respondió tranquilo: —¡Ignórala!
—Pero está afuera.
—¡Desde afuera no se ve nada! Si quiere golpear, que golpee.
Ana, efectivamente, los había seguido. No podía aceptar la indiferencia de Alberto y, al verlo subir a su lujoso auto, había corrido tras él y comenzó a golpear la ventanilla.
Pero después de golpear un rato, no obtuvo ninguna respuesta.
Ana sabía que Alberto estaba allí dentro. Solo había una posibilidad: la estaba ignorando.
De inmediato sacó su teléfono y marcó su número.
Dentro del vehículo, sonó el teléfono de Alberto.
Raquel enseguida lo empujó. —Es Ana. Te está llamando. Contesta de una vez.
Alberto le dijo: —No quiero.
—Si no contestas, seguirá llamando.
Raquel conocía bien a Ana. Si Alberto no respondía, Ana insistiría una y o

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