Capítulo 41
Los dos se miran fijamente.
Raquel miró a Alberto, tratando de defenderse: —Alberto, esa foto realmente no fue la que yo envié a la abuela, no voy a admitir algo que no hice.
Ana tiró del borde de la camisa de Alberto: —Alberto, mírala, ya estamos en este punto y ella sigue negando todo, ¡sin ningún remordimiento!
Alberto la miró con frialdad, sin mostrar ninguna emoción: —Raquel, ¡pide disculpas ahora mismo!
Le ordenó que se disculpara inmediatamente con Ana.
Raquel, con los ojos enrojecidos y su espalda delicada y erguida, respondió con una firmeza fría y desafiante: —Alberto, te lo repito, no hice esa cosa, ¡no voy a disculparme!
Los ojos de Alberto, fríos como tinta derramada, eran oscuros y profundos, llenos de furia: —Raquel, parece que tu amiga Laura trabaja en una revista.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, haciendo que Raquel temblara. ¿Acaso él pensaba que podía hacerle daño a las personas cercanas a ella?
Ana y María la miraban, con expresiones de triunfo y su

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