Capítulo 19

Sonia se quedó paralizada, con Niebla en brazos, observando cómo la chica junto a Ignacio apoyaba la cabeza en su hombro. Niebla, inquieta, rascaba su ropa, enganchando las garras en la lana de su jersey. Sonia forzó una sonrisa y puso a la gata en los brazos de Ignacio, dándose la vuelta sin mirar atrás y regresando a su piso. No entendía bien por qué su corazón estaba tan revuelto. Incluso sentía cierta molestia. Ignacio la llamó por teléfono, pero tras pensarlo, decidió no contestar. A la mañana siguiente, la niebla cubría la calle como un velo ligero. Sonia bajó, como siempre, a tirar la basura. Allí estaba Ignacio, esperando en las escaleras. Al verla, se acercó con una pequeña caja de terciopelo en las manos: —Recorrí tres tiendas para encontrar la adecuada. Al ver su nariz enrojecida, Sonia se sintió un poco mejor. Dentro de la caja había una delicada hoja de ginkgo, con una huella de gato dibujada en hilo de plata entre las nervaduras. —El otro día no tuve tiempo de explicarte.