Capítulo 126
El hospital donde residía el señor Pedro pertenecía a la familia Aguilar, por lo que toda una planta estaba reservada exclusivamente para él. Reinaba una tranquilidad absoluta: guardaespaldas vigilaban afuera y el personal médico estaba de guardia las 24 horas.
Paula, del brazo de Oscar, llevaba en las manos un ramo de flores. Sus pequeños tacones de piel resonaban con un clac-clac claro en el pasillo, un sonido que resultaba excesivamente estridente en medio de aquel ambiente tan sereno.
Cuando ambos aparecieron en la puerta de la habitación, Oscar apenas pudo abrir la boca para decir "abuelo", cuando un pesado bandejón de hierro salió volando hacia ellos, cortándole la palabra de golpe.
¡BANG!
El bandejón golpeó la puerta antes de caer al suelo con un estruendo metálico. Tras varios giros sobre sí mismo, finalmente se detuvo, devolviendo el silencio al entorno.
Con la espalda aún vuelta hacia ellos, el señor Pedro, claramente enfadado, rugió: —¡Fuera!
Oscar apretó los lab

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