Capítulo 333
Con el estruendo del disparo resonando aun en el aire, el oso pardo se sintió amenazado. Presa del pánico y el miedo, rápidamente localizó a Ángeles. A pesar de que Ángeles estaba escondida en un árbol, ¡el oso no iba a perdonarla!
Con cada golpe violento contra el tronco, Ángeles apenas lograba mantener el equilibrio, golpeándose varias veces la mandíbula en el proceso.
¡A este ritmo, ese árbol no iba a resistir mucho más!
Las manos y los pies de Ángeles comenzaron a entumecerse. Quizás fue la presión extrema, pero una oleada de rabia y ferocidad surgió en su interior, llenándola de una osadía inesperada que le inflamó el pecho.
¡Maldita sea!
Deseas jugar conmigo, ¿no? ¿Quieres jugar conmigo?
Ángeles lanzó una mirada feroz hacia Emilio, y a través de la malla protectora, sus ojos se cruzaron.
Saltaron chispas.
Ángeles esbozó una sonrisa cargada de odio, curvando sus labios de forma enigmática.
Emilio arqueó las cejas, desconcertado, sin saber qué planeaba hacer Áng

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