Capítulo 368
En un instante, los ojos de Belén brillaron con un fugaz destello de odio. Al pensar en cómo su hermano había perecido en el mar, sin un cuerpo que recuperar, deseó con todas sus fuerzas atrapar al culpable, devorar por completo su carne y beber su sangre.
Belén temblaba de rabia, sus ojos enrojecidos y las lágrimas cayendo desbordadas por su rostro.
—¡Hermano...!
Juan, en realidad, no era su hermano de sangre.
Se conocieron en el orfanato, ambos huérfanos, ambos con historias bastante tristes que los unían en un dolor compartido. En ese lugar, sufrieron innumerables abusos y maltratos.
Cuando ambos tenían trece años, Juan planeó la forma escapar del orfanato. Ella, agarrándole la manga, le preguntó si podía llevarla con él.
Juan aceptó.
Desde entonces, se convirtieron en hermanos sin lazos de sangre, pero inseparables, sobreviviendo a todo juntos.
El nombre de Belén fue un hermoso regalo de Juan.
Él le dijo orgulloso:—De ahora en adelante te llamarás Belén. No sabes

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