Capítulo 558
Aureliano fue corriendo.
A Ángeles siempre le había gustado cómo se veía Aureliano: la verdad no era muy mayor, pero sí lo suficientemente obediente y astuto. Nunca preguntaba por qué y siempre cumplía con las órdenes y listo.
Después de que le trajeron el botiquín y el cuchillo, Ángeles lo echó fuera.
Ángeles no levantó la cabeza y respondió: —Sabes busco la larva venenosa que entra a los cuerpos implantada por magia negra.
Ángeles abrió el botiquín, sacó el paquete de agujas y lo extendió a su lado, luego desinfectó el bisturí. Después de hacer todo eso, subió las mangas de su ropa.
Entonces, hizo cuidadosa el primer corte.
Sangre a raudales, gota a gota.
Bárbara, sentada en una silla a un lado, observó sorprendida pero no dijo nada.
Hasta que Ángeles hizo tres finos y delicados cortes consecutivos, entonces preguntó: —Jefecilla, ¿qué estás haciendo?
Ángeles no levantó la cabeza y respondió: —Busco la larva venenosa.
—¿Una larva llena de veneno y dentro del cuerpo?
Los ojos de Bárbar

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