Capítulo 58
Ángeles aún no había tenido tiempo de responder cuando se oyó el sonido de unas llaves girando la cerradura de la puerta desde afuera.
¡Qué mal!
¡No pueden saber que Vicente está aquí!
En un momento de pánico, Ángeles empujó a Vicente al armario para esconderlo y luego rápidamente se sentó en la cama, tomando un libro que estaba al lado.
Vicente, apretado en el armario, se sintió confundido.
El espacio en el armario no era grande, pero estaba lleno del aroma de Ángeles, un suave y casi imperceptible aroma fresco de una joven...
La mandíbula de Vicente se tensó, sus labios apretados.
Justo en ese momento, Nancy y su grupo irrumpieron en la habitación.
Ángeles, sentada en la cama, frunció el ceño: —¿Qué sucede a estas horas?
Al verla bien, Nancy suspiró aliviada: —Ángeles, estás leyendo, ¿cerraste bien las ventanas? ¿No ha entrado nadie durante este tiempo?
—No. —Respondió Ángeles sin cambiar su expresión, bajando el libro y preguntando: —¿Hubo mucho ruido afuera? ¿Alguien entró?
—Sí, pe

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