Capítulo 125
Algunos chicos fantaseaban con una foto de una chica; una situación que a cualquier persona le parecería repulsiva, especialmente cuando la protagonista de sus fantasías era su propia hermana.
Así, José intervino en público, advirtiéndole que dejara de insultar a Ana.
Alonso no era alguien que se amedrentara fácilmente. Ser reprendido por un novato era un golpe a su orgullo, por lo que, lejos de retroceder, intensificó sus insultos, pronunciando todas las vulgaridades sobre sexo que se le ocurrían.
José, enfurecido, lo empujó, dando inicio a la pelea.
—¡Tonterías! ¡Mi hijo no insulta a nadie! Alonso, ¿verdad? —interrogó Señora Rocío, mirando a Alonso en busca de confirmación.
Sin embargo, lo que observó fue a su hijo mirando fijamente a Ana con una expresión lasciva y una sonrisa bobalicona en sus labios, casi baboseando.
Insatisfecha, se acercó y pellizcó el brazo de Alonso, exigiendo: —¡Dilo!
Alonso, dolido por el pellizco, volvió en sí y, sin entender completamente lo que ella había

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