Capítulo 18
¡El salón quedó sumido en el asombro!
Cualquier proyecto entre Grupo Ruiz y Almonte suponía miles de millones. ¿José de verdad cedería tal fortuna?
El corazón de Rosa dio un vuelco.
Sabía que Carlos era un hombre de negocios; nadie rechazaría una oferta así.
Pero, en el segundo siguiente, Carlos soltó una risa fría: —No hace falta.
A la vez, todos los miembros de la familia Ruiz se pusieron en pie. Beatriz se acercó directamente a Rosa, le tomó la mano y declaró: —Ella es mi nuera, no una mercancía.
Los ojos de Rosa se llenaron de lágrimas, y una oleada de calidez le inundó el pecho.
José los miró, incapaz de creerlo. Por fin volvió a mirar a Rosa, suplicándole casi con humillación: —Te lo ruego, ¿puedes venirte conmigo? Te compensaré toda la vida.
Rosa cerró los ojos y, al abrirlos de nuevo, solo quedaba resolución en su mirada: —No.
Se giró hacia el maestro de ceremonias: —Por favor, continúe con la boda.
Los ojos de José se tornaron demente al instante.
—¡Nadie se atreva! —Gritó con

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