Capítulo 216

—Eh... disculpe, ¿puede traerle su pelota al pequeño Osirio? Está en mi habitación. Creo que si se lo pide a una de las criadas, podrá conseguírsela... —le pedí con voz suplicante. “Claro…” respondió uno de los guardias sin emoción después de una breve pausa. Seguí dibujando y, poco después, el pequeño Osirio tenía una pelota roja para jugar en el césped. Solo si tuviera a alguien con quien jugar, el día sería perfecto para el pequeñín. Miré a los guardias con cara seria y negué con la cabeza en voz baja, abandonando la idea. No creo que ninguno esté dispuesto a jugar a la pelota con mi cachorrito. Lo siento, pequeño Osirio, hoy tendrás que jugar solo. Ahora mismo, me pareció una gran idea tener a los guardias conmigo. No porque sintiera que corría peligro, sino porque era útil que me ayudaran a vigilar al pequeño Osirio mientras jugaba en el césped para asegurarme de que no se alejara mientras yo estaba ocupada dibujando o trabajando en mi obra. Los bocetos de las diversas flores que