Capítulo 28 Te apuesto a que morirás
¡Es Alberto!
Los alborotadores se levantaron al unísono y se acercaron a Alberto cuando Daniela, al ver que la situación se complicaba, corrió para ponerse delante de él. —¡No hagan tonterías! Les pagaré el dinero, eso es todo lo que se necesita. Si se ponen violentos, no podrán escapar.
Alberto no les prestó atención y, con gran interés, observaba a la mujer que, aunque evidentemente tenía miedo, aún intentaba protegerlo. Dijo con tono burlón: —¿Qué estás haciendo? Si no te hubiera visto tarde y te llamado, quién sabe si estarías viva esta noche. Aparta, yo me encargo de esto.
Daniela pensó que Alberto estaba loco. —¡Son demasiados! ¿Qué pretendes hacer? ¿Sabes cuánta gente mala hay en lugares pobres y difíciles? ¡No puedes contra ellos!
Los ojos de Alberto se entrecerraron ligeramente, mirándola con una sonrisa que más parecía una mueca. —¿Estás segura?
Daniela aún no entendía a qué se refería cuando de repente la empujó detrás de él y sacó dos pistolas negras de algún lugar.
Al mism

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