Capítulo 17

Durante el vuelo de regreso al país, Emiliano estaba claramente extraño. Tenía documentos urgentes delante, pero la mirada se le escapaba una y otra vez hacia Noelia, que hojeaba una revista en silencio. La observaba y, sin darse cuenta, la comisura de sus labios se curvaba en una sonrisa un tanto boba. Al notarlo, fruncía el ceño y volvía a los papeles, serio, como ante un problema mayúsculo. Noelia pasó una página y, de reojo, captó cada uno de esos gestos. Le resultaron graciosos, y en lo más hondo del pecho se deslizó una tibieza que ni ella misma alcanzó a notar del todo. En la mesa de negociaciones, Emiliano siempre calculaba cada movimiento con precisión. Pero ante una respuesta seria de ella, se volvía como un niño al que le dieron un caramelo: torpe, sincero y encantador. Bajó la mirada; sus ojos se detuvieron en su anular vacío y sus pensamientos se dispersaron. El avión inició el descenso y la ciudad fue tomando forma. Al abrirse la puerta, Emiliano bajó primero y, de manera