Capítulo 66

Camila se quedó rígida, recostada contra el frío suelo y la pared. Por suerte, ya casi llegaba el verano, la casa no tenía el aire acondicionado encendido y ella no sentía frío. Solo que, al ver la pierna larga de Baltasar que sangraba sin cesar, quedó preocupada. —Señor Baltasar, ¿por qué no se acuesta en la cama? Si lograba adormecerlo, podría sin problema ayudarlo a detener la hemorragia. Aquí no era muy conveniente. Quién diría que Baltasar de repente la miró con una intensidad ardiente en sus ojos. —¿Vendrás conmigo? —¿Eh…? Camila se quedó atónita. —Esto no estaría bien... Pero su rostro se tornó en el acto en una expresión de desilusión, tan pura y simple como la de un niño al que simplemente le negaban un caramelo. Camila sintió un nudo en el corazón. De pronto, su estado mental parecía el de un niño. No sabía qué habría vivido en su infancia, pero parecía sufrir una falta extrema de seguridad, y tenía un profundo miedo a que las personas a su lado lo abandonaran. Camila no pudo