Capítulo 88

Al oír que él volvía a amenazarla con el laboratorio, el rostro de María se ensombreció. La sonrisa en los ojos de Alejandro se hizo aún más marcada. —¿Qué pasa, no quieres asistir a mi boda, o es que temes que los recuerdos te abrumen? —Quédate tranquilo, ¡estaré allí! Después de decir esto, María no quiso dedicarle ni una sola mirada más. Justo cuando giró sobre sus talones, él la sujetó repentinamente por la mano. Apretó su muñeca con tal fuerza que parecía querer incrustar sus dedos en la carne. —María, ¡te haré saber cuál es el precio de burlarte de mí! Tras soltar estas palabras, Alejandro la apartó de un empujón. El Rolls-Royce cortó la noche como una ráfaga de viento y, con un zumbido, desapareció de su vista. María apretó entre los dedos la invitación de boda y murmuró con gravedad: —Pensé que podría pasar el último mes en silencio, Alejandro, ¿por qué tienes que seguir atormentándome...? Ella regresó a su pequeño y vacío apartamento. Era la casa que había comprado a los trece