Capítulo 97
Al terminar de hablar, varios guardaespaldas avanzaron para bloquear el paso a María.
Ella miró fijamente a Alejandro; su expresión era tan fría como el hielo, y en sus ojos ardía un fuego oscuro reprimido.
Reclamó con enojo: —Alejandro, solo sabes preocuparte por tu propio hijo, ¿pero no sabes que también deberías cuidar de los hijos de los demás? Te llevaste a un niño de repente, ¿pensaste en cómo se sentiría él?
Carmen intervino antes que nadie. —Señorita María, Javi quedó herido en su corazón por usted. El médico ya lo ha diagnosticado con depresión. Siendo madre, ¿cómo puede en un momento tan crucial preocuparse únicamente por defender a otro niño?
Al escuchar las palabras de Carmen, el fuego que Alejandro había mantenido bajo control se encendió aún más.
Su tono descendió varios grados, gélido. —Hoy te llamé para que le pidieras disculpas a Javi. Cuando lo hagas, te dejaré llevarlo contigo.
María respondió: —Yo no me equivoqué. ¿Por qué tendría que disculparme?
—Je, entonces sigu

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