Capítulo 81
Mateo reprendió con voz enérgica y añadió: —Abre bien los ojos y observa la verdadera destreza de un gran maestro.
Acto seguido, Mateo avanzó con un salto, lanzándose hacia adelante.
—¡Mujer insensata, ven aquí a encontrar tu fin! —exclamó Mateo.
La mujer de cabello púrpura miró a Mateo y, con una sonrisa seductora, se dio una palmada en el pecho, más prominente que el de Ana.
—Viejo, ¿por qué gritas? ¡Me has sobresaltado!
La mujer de cabello púrpura lanzó el corazón de un policía y, con la mano derecha aún goteando sangre, preguntó: —¿Así que tú eres Vicente? ¿Cómo es que eres un anciano? Dijeron que eras un joven apuesto. Quería divertirme un poco.
—Desde luego que has venido a enfrentarte a mí —respondió Vicente al escucharla.
—Señor Vicente, sería mejor que dejara que el maestro Mateo se ocupe de ella; esta mujer es demasiado peligrosa.
Isabel palideció y vomitó, sintiendo aún su estómago revuelto.
—Mujer desquiciada, escucha bien: soy Mateo. Hoy, en nombre de todos, voy a acabar c

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