Capítulo 11

Enrique llegó a Miraflores ya entrada la noche. No fue a un hotel, sino que condujo directamente hacia LexVanguardia. Pero cuando llegó, el edificio ya estaba completamente a oscuras; se quedó de pie abajo, alzando la mirada hacia las ventanas negras, como si así pudiera distinguir su figura. —Antonia... Rosa... Estos dos nombres se entrelazaron una y otra vez en su mente, como un cuchillo sin filo que cortaba lentamente su cordura. Marcó el número de un antiguo compañero de la Asociación de Abogados de Miraflores. Su voz era ronca: —Hazme un favor, averigua la verdadera identidad de Rosa. Sin embargo, del otro lado, la voz respondió con sorpresa: —¿No lo sabías? Rosa es Antonia. Hace tres años desapareció de repente, nadie supo por qué, y ahora ha vuelto... Espera, Antonia... ¿No es tu esposa? La voz al otro lado estaba cargada de desconcierto y asombro, mientras que los dedos de Enrique casi trituraban el celular. Resultaba que todo el mundo lo sabía, menos él. De regreso en el hotel