Capítulo 11

Ezequiel apretó fuertemente aquella cabeza contra su pecho, sin importarle la carne desfigurada ni el hedor del cadáver. Hundió su rostro en la cara de Rosa y lloró con un dolor desgarrador hasta que se desmayó. Cuando volvió en sí, se encontró tendido en la cama del hotel, rodeado de un grupo de personas. Se esforzó por incorporarse y, con la voz ronca, preguntó: —¿Rosa? ¿Dónde está Rosa? El asistente, visiblemente nervioso, se acercó: —Por el momento está en un ataúd en el patio trasero del hotel...— Antes de que terminara de hablar, un vaso de cristal voló en su dirección. El asistente logró apartarse, el vaso cayó al suelo y se hizo añicos, esparciendo fragmentos de vidrio por todas partes. —¡Maldito! Consígueme al mejor especialista en embalsamamiento, haz que Rosa recupere su aspecto original, mándale hacer otro vestido de novia y encarga un ataúd de cristal completamente rosa... A Rosa siempre le ha encantado la belleza...—Al principio, el tono de Ezequiel era de ira, pero en la