Capítulo 58
—No quiero ir.
El conductor, resignado, habló: —Lo siento, señorita Elena, son órdenes del señor Sergio, no tengo otra opción.
Elena finalmente dejó de resistirse.
Sabía que frente a Sergio, ni siquiera tenía el derecho a rechazar.
Llegaron al mismo hospital privado de la última vez, donde enfermeras y doctores ya esperaban en la entrada, y hasta habían preparado una silla de ruedas especialmente para ella.
Elena fue empujada en la silla de ruedas hacia dentro del hospital.
Se cubría el rostro con las manos en un gesto exagerado.
Era solo una herida menor, ¿realmente era necesario todo este alboroto?
¡Todos en el hospital la miraban!
Después de los exámenes y las radiografías, el médico llegó con el informe y le dijo respetuosamente: —Señorita Elena, su pierna no tiene fracturas, es una contusión superficial que ha causado la inflamación y el dolor en la rodilla. Aquí le he preparado algunos medicamentos y una crema, tómese estos medicamentos ahora, y enseguida enviaré a alguien para q

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