Capítulo 1937

Las casas alrededor eran de alturas variadas, todas construidas de barro. Había poca gente en las calles. Muchos llevaban sombreros o mascaras para protegerse del viento y la arena que llenaban el aire. Sin embargo, su aparición repentina no atrajo la atención de nadie. Esta situación la dejó algo desconcertada. Mirando más de cerca, vio a muchos mendigos acostados al lado del camino, vestidos con ropa remendada, cuyo color original era imposible de diferenciar. Estas personas parecían débiles y sus miradas vacías. Ella caminó un poco perdida, buscando un lugar o una persona familiar. Pero entre varios viajes, este era el más desconocido de todos. Comenzó a dudar sobre a qué lugar en realidad había viajado. ¿Había pasado mucho tiempo esta vez? Los transeúntes pasaban con rapidez por su lado y, después de estabiliza sus pensamientos, detuvo a una persona: —Disculpe, ¿dónde estoy? La persona que detuvo era una mujer. La mujer vestía ropa sencilla, sin signos visibles de remiendos, pero s