Capítulo 801
Bueno, una pastilla para bajar la fiebre ciertamente no matará a nadie.
Además, los síntomas de Alejandro son similares a los de un resfriado.
Tiene los ojos rojos y la voz nasal.
Alejandro, al observar que Ana siempre está de buen humor y que su relación es más distante que cuando se conocieron, siente como si alguien le hubiera bloqueado el pecho con algo, algo opresivo e incómodo.
Al notar que Alejandro la observa constantemente, Ana no puede seguir fingiendo no darse cuenta y, resignada, le pregunta: —¿Presidente García, todavía se siente mal en alguna parte?
—No, eso es todo.
—Deberías dormir. —Ana mira la hora; ya son las nueve de la noche.
Alejandro la mira profundamente y, de repente, la tira hacia la cama.
Ana se asusta: —¿Qué estás haciendo?
—Tranquila, no te haré nada. —Alejandro se acurruca en el cuello de Ana; el calor y el aroma familiar lo calman un poco.
Poco a poco, lo invade la fatiga y el sueño.
Ana está perpleja ante sus palabras.
Casi en unos pocos segundos, el

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