Capítulo 13

Esa conciencia cayó sobre Héctor como un rayo. De pronto, toda la lujuria se desvaneció, dejándolo solo con un miedo abrumador y una profunda repulsión hacia sí mismo. Empujó a la mujer que tenía encima. Ella lo miró atónita, pero él bebió de un trago y gruñó con voz ronca: —¡Lárgate! La mujer salió insultando. El silencio invadió la suite. Héctor se dejó caer en el sofá y se cubrió los ojos con el antebrazo. El corazón le latía con fuerza, no por deseo, sino por una verdad que lo ahogaba. Se había hundido. Y no solo por el cuerpo de Diana. En su país. Andrés y Lorena se habían convertido en la pareja más admirada del campus. Dondequiera que iban, atraían miradas. Lorena, del brazo de él, sonreía feliz, disfrutando del brillo de ser envidiada. Pero solo Andrés sabía que, bajo esa apariencia perfecta, algo se estaba resquebrajando en silencio. Cada vez le costaba más concentrarse cuando estaba con ella. Durante las citas, miraba el rostro impecable de Lorena, pero su mente vagaba hacia