Capítulo 99

—¿Quién hizo llorar a una belleza? Me giré y, al ver quién era, comprendí que la vida no tiene un límite en lo malo: siempre puede empeorar. Era José. Caminaba con paso confiado hacia mí: —Una mujer tan hermosa, ¿cómo puede estar triste? Sus gestos exagerados me provocaban asco, aunque al mismo tiempo me daban ganas de reír. Los tres hijos de Víctor eran realmente dispares. Isabel era astuta, elegante, capaz de manejar cualquier situación; incluso Gabriel, al que todos menospreciaban, escondía un carácter calculador. Pero José no era más que un inútil. Se acercó e intentó acariciarme la mejilla. Retrocedí de inmediato, con el desprecio reflejado en mis ojos: —Le ruego que se comporte. Al ver que no me dejaba tocar, se quedó sorprendido: —¿Así que no sabes apreciar un favor? Solté una risa fría: —¿Y qué significa para ti no saber apreciar un favor? ¿Que no soy como tú, alguien sin escrúpulos? —Sabes perfectamente quién soy. Deberías entender que el hecho de que yo me fije en ti es una b