Capítulo 23
Ella siguió a Rubén de regreso al país. Dentro de la villa, los sirvientes iban y venían ocupados, e Iván e Ismael, al oír el alboroto, bajaron corriendo.
—¡Mamá!
—¡Mamá! ¿Esta vez te vas a quedar y no te irás? Antes fue nuestra culpa, mamá, ¡yo te quiero más que a nadie!
Incluso si a Ismael le costaba hablar, al ver a Micaela no pudo evitar expresar la añoranza que sentía en su corazón.
Micaela notó las heridas en sus cuerpos, pero ¿qué tenía eso que ver con ella? Ella no solo se había marchado del lado de Rubén, sino también de Iván y de Ismael.
Frente a las palabras entusiastas de los dos niños, ella siempre respondía con frialdad y pocas palabras, como si ellos intuyeran algo, con los ojos enrojecidos.
—Mamá, ¿de verdad ya no nos quieres...?
Micaela los miró de reojo, y justo cuando iba a responder, Rubén los interrumpió.
—No digan tonterías. Ahora tengo que llevarla a ver algo, ustedes quédense aquí y pórtense bien.
Rubén lo dijo con dulzura. Micaela le echó una mirada y, simpleme

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