Capítulo 1355
Alicia, al oír el nombre de Roberto, levantó la cabeza y vio al hombre que había aparecido en la puerta.
Lo vio sentado en una silla de ruedas, con el pijama de hospital todavía puesto, y seguía tan pálido como antes.
En ese instante, Alicia sintió una punzada de tristeza en su interior.
¿Por qué había venido?
No se había imaginado que él despertaría en ese momento, y mucho menos que vendría acompañado de gente para rescatarla.
Cuando Pablo vio aparecer a Roberto, soltó un suspiro de alivio.
Con la llegada de Roberto y sus hombres, la situación cambió de inmediato.
Yalena intentó huir, pero no dejaban de perseguirla y golpearla.
Recibió un disparo en la pierna, y, sujetándose el muslo, cojeó hasta esconderse detrás de una mesa.
Jamás habría pensado que cometería un error justo en ese momento.
La silla de ruedas de Roberto se detuvo frente a Yalena, y el cañón negro de un arma la apuntó.
Yalena miró el arma y dijo: —Si tienes agallas, dispara.
Roberto respondió con un tono de desprecio:

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