Capítulo 27 Este es tu novio
No se sabía bien por qué, pero a Rosa aquel apelativo le provocó de inmediato una oleada de rechazo. Esta vez no obedeció y solo fingió no haber escuchado.
Llegaron al hospital y ella, con el bolso en la mano, pensaba despedirse de Diego y bajarse del auto.
Pero él, de pronto, le sujetó la muñeca.
—Espera, voy contigo.
¿Diego iba a ver a su madre?
Rosa agitó las manos con apuro. —¡No hace falta que pierda su tiempo! ¡Mi madre ya está mucho mejor!
Mientras hablaba, Diego ya había cogido las flores y los regalos del asiento trasero y se plantó delante de ella.
—Vamos.
...
No había remedio. Rosa, con la cabeza gacha, no tuvo más opción que llevar a Diego al hospital, dándole vueltas todo el camino preguntándose cómo iba a explicarle a su madre quién era él.
Al llegar a la puerta de la habitación, Rosa rogaba para sus adentros que su madre estuviera dormida. Así se acabaría el problema de raíz. Pero, para su desgracia, al abrir la puerta la encontró charlando animadamente con la enfermera.

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