Capítulo 90
Fue entonces cuando Iván, que llevaba un buen rato parado a un lado, finalmente no pudo más y tiró de Alba, sacándola a la fuerza de la oficina.
—Alba, tenemos trabajo urgente que atender, ¿o ya se te olvidó?
—¿Trabajo? ¿Qué cosa tan urgente? —Alba tenía el rostro descompuesto, forcejeando mientras decía—: ¡No me arrastres!
Pum.
La puerta de la oficina se cerró de nuevo.
Afuera.
—Iván, lo hiciste a propósito, ¿verdad? —Alba lo miró con impaciencia, lanzándole una mirada helada mientras bajaba la cabeza para arreglarse las mangas arrugadas de la camisa.
Iván se frotó el entrecejo y bajó la voz: —¿Estás loca, Alba? ¿O se te fundió el cerebro?
—¿Qué dijiste? —Alba se quedó inmóvil de repente, alzando la vista con incredulidad—: ¡El loco eres tú! ¿Por qué me gritas así de repente?
Iván la miró con firmeza: —La señora Andrea era la esposa del jefe Salvador, con acta de matrimonio, legalmente reconocida y protegida. Lo que él le diera, ¿a ti qué te importaba?
—¿Tú quién eras para ella? ¡Esta

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