Capítulo 90

El chofer detuvo el auto frente al Hotel Nube Blanca. Josefina no esperó a que él bajara a abrirle la puerta, por el contrario, la abrió por su cuenta y descendió del auto. —Gracias, señor Salvador. Disculpe las molestias. Aunque durante todo el trayecto no habían cruzado palabra, Josefina no dejó de lado la cortesía que correspondía. El hombre dentro del auto no respondió. Josefina presionó levemente los labios. Consciente de la situación, no insistió en hablar más y cerró con suavidad la puerta del auto. Sin embargo, justo cuando la puerta estaba por cerrarse por completo, fue empujada desde adentro. Josefina se quedó perpleja momentáneamente y, enseguida, Salvador se inclinó y bajó del vehículo. Pasó junto a ella con el rostro inexpresivo, y sus profundos ojos oscuros mostraban un aire distante que claramente rechazaba cualquier acercamiento. Josefina lo vio entrar en el hotel y una expresión de desconcierto cruzó por sus ojos. Rápidamente lo alcanzó para preguntar. —¿Señor Salvador