Capítulo 91

Catalina por fin logró calmar su mente. —¡Alejandro! Los ojos oscuros del hombre se posaron en ella y respondió con indiferencia: —¿Qué pasa? Su rostro no mostraba emoción alguna, pero en su mirada se adivinaba una sutil chispa de diversión. En ese instante, Catalina sintió que quizá nunca había conocido realmente a ese hombre. ¿Acaso fingía no entender a propósito? Catalina recuperó algo de serenidad, aunque una creciente irritación comenzaba a apoderarse de ella. Alejandro, sin duda, lo hacía adrede: disfrutaba verla perder el control, afectada por su presencia. ¿Cuándo se había vuelto tan cruel? Catalina se enfureció consigo misma por permitir que él aún la alterara. Apartó con frialdad la mano que él tenía en su cintura, y sus ojos adquirieron un brillo peligroso. —Me voy. Pero él volvió a sujetarla por la muñeca. Catalina hizo mala cara. —Alejandro, ¿qué es lo que quieres? El hombre permanecía sereno, imperturbable. —¿Crees que me divierte burlarme de ti? Catalina cerró los ojos b