Capítulo 13
Ana estaba algo sorprendida y, sin querer, lo miró.
Él era el dueño del club, así como el dueño de Cielo Nocturno; este Mario no era una persona cualquiera.
Los pandilleros que habían causado alboroto antes, al ver a Mario, no pudieron pronunciar ni una palabra, y se quedaron aterrados.
Así, el problema se resolvió.
Mario miró a Ana, pero sus palabras fueron dirigidas a José.
—Me llamo Mario; soy el dueño de Racing Club.
Con estas palabras, la sensación de peligro en el corazón de José se intensificó. Al ver a Mario y a Ana mirándose fijamente, se sintió aún más nervioso.
No importaba que hubiera tantas personas allí; la miró, y dijo con su voz llena de súplica:
—Ana, ya sé toda la verdad. Echarte del club fue un error mío; te pido disculpas. Regresa, por favor.
—Las instalaciones, los autos, todo lo que necesites, puedes usarlo. ¿No querías participar en la competición internacional? Volver sería lo mejor para ti.
Ana lo miró fríamente, sin mostrar ninguna emoción.
—¿Para qué? Rosa es

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