Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 6

Ana no había imaginado que pudiera volver a abrir los ojos. Cuando el efecto de la anestesia pasó, su cuerpo quedó envuelto en gruesas capas de vendas, y cada respiración le resultaba dolorosa; la habitación estaba vacía, sin una sola persona. Después de haber muerto una vez, Ana por fin lo vio todo con claridad. Tomó una decisión y, sin dudar más, marcó el número de su entrenador. —Entrenador, ya lo pensé bien. Esta vez iré a la FIA. Al otro lado de la línea se escuchó la voz emocionada del entrenador. —Así se habla. Siempre hemos confiado en ti. Aunque José tenga mucho talento, al final sigue siendo un recién llegado; no puede compararse contigo. Me alegra que lo hayas entendido. La competición de automovilismo de la FIA era la más destacada del mundo. Cualquier piloto que apareciera en la pista recibía una atención sin precedentes. En aquel entonces, ella había querido cederle esa plaza a José. Aunque tenía talento, no tenía trayectoria; si podía participar en esa carrera, sería famoso de la noche a la mañana. Ana solo pensaba en él, incluso estaba dispuesta a renunciar a esa oportunidad irrepetible. Pero José la había tratado así. El corazón de Ana había muerto por completo. Ahora, lo único que deseaba era situarse en la cima. La puerta de la habitación se abrió de pronto. Ana giró la cabeza y vio quién era. En un instante, una molestia inexplicable le subió al pecho. ¿Cómo podía José tener la cara de aparecer ante ella? Al ver la mirada de Ana, a él se le detuvo la respiración por un segundo. Ella siempre lo había mirado con amor; jamás lo había mirado con esos ojos llenos de odio. Sus dedos de se encogieron sin darse cuenta; en su corazón se agitaba cierta inquietud. Sentía, de manera inexplicable, que estaba a punto de perder algo. Pero enseguida volvió en sí y se obligó a ignorar su mirada. Se sentó por su cuenta a un lado y le tendió un cheque. —Esta es la compensación por el auto número 06. Lo de ayer, lo siento. No pensé en hacerte daño; simplemente perdí la cabeza. Ana echó un vistazo al cheque: cincuenta millones de dólares. Con la cara llena de desprecio, dijo: —El señor José sí que tiene dinero, Rosa destrozó mi auto y tú lo solucionaste tan fácilmente. Al oír el tono de Ana, arrugó la frente muy incómodo. Incluso cuando habían sido rivales acérrimos, ella jamás le había hablado así. Instintivamente quiso explicarse, pero de pronto sonó su teléfono. Después de leer el mensaje de Rosa, las palabras que iba a decir se le atoraron en la garganta. Dijo con voz grave: —Una parte de este dinero es para compensarte; la otra es para comprar tu auto. Rosa acaba de llegar al club, no tiene un auto adecuado y ha echado el ojo al tuyo. Al escuchar esto, Ana apretó los puños y fijó la mirada en José. Sus palabras salieron entre dientes. —Mi auto no lo vendo. ¡Lárgate de aquí! José siempre había sido adorado por todos; nadie lo había tratado así. Por un momento perdió la paciencia. Se levantó de la silla y la miró desde arriba. —El club ya fue comprado por la familia Gómez. Lo vendas o no lo vendas, tendrás que hacerlo. Con lo herida que estás, ni sabemos si podrás volver a correr. ¿Por qué no ceder el auto? Ana ardió de rabia. Para un piloto, su auto era como otra vida. Y José, que también era piloto, ¿cómo podía decirle eso? Ana ya no pudo contenerse. Tomó el jarrón que tenía al lado y lo lanzó hacia él. Sus ojos estaban llenos de venas rojas, y su cuerpo temblaba ligeramente. —No me obligues a repetirlo: ¡lárgate de aquí! La cara de José se ensombreció, pero al final se marchó. Ana cayó pesadamente sobre la cama. Después de la furia llegó una profunda tristeza. Ese era el hombre que ella había amado, por el que había suspirado tantos años. Ana mordió con fuerza su labio inferior y las lágrimas cayeron sin control. Se arrepentía. Se arrepentía de haberse enamorado de José.

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.