Capítulo 58

Las venas de Salvatore se marcaron, y en sus ojos solo había una tormenta a punto de desatarse. Incluso podía ver los vasos sanguíneos de su cuello, como si una sangre furiosa se agitara en su interior. —¿Con qué derecho lo haces? —grité fuera de mí. En mis recuerdos, jamás nadie se había atrevido a levantarme la mano. ¡Y él acababa de golpearme en la boca! Aunque no fue una bofetada humillante, tampoco era algo mucho mejor. —¿Con qué derecho me tocas? ¿Con qué derecho? Salvatore me sujetó la barbilla, sus profundos ojos clavados en los míos. —¡Retira lo que acabas de decir! —¡No! Lo fulminé con la mirada. —¿Por qué tendría que retirarlo? ¿Acaso puedes hacer esas cosas y no soportar que otros lo mencionen? De un empujón me arrojó sobre la cama, y el ambiente íntimo que pudo llegar a haber desapareció por completo. Me miró con frialdad. —Bianca, ¿cómo puedes vociferar semejante barbaridad? —¿El que dice la verdad es el que habla barbaridades, o el que comete esas cosas es el verdadero d