Capítulo 10

—¡Esta es la letra E del nombre Esther! —¡Hazte a un lado! —Unos minutos más tarde, Alberto empujó a la persona y se levantó. Emilia cayó al suelo de manera desastrosa. Alberto levantó el pie, y Emilia le abrazó la cintura. —Alberto, si vas a buscar a esa Esther, seguro que voy a enfermarme, ¿acaso quieres verme morir? En los ojos de Alberto pasó un instante de duda. Emilia creyó que él había cambiado de opinión, pero en la mirada de Alberto había una advertencia muy clara. —Ya vine a acompañarte, Emilia, ya te he dado suficiente respeto y consuelo, no pongas una y otra vez a prueba mis límites. Al oír esto, Emilia sintió que la mitad de su corazón se helaba. "Sí, ¿acaso Alberto no era así?" Tenía un carácter demasiado terco, siempre por encima de los demás, nadie podía hacerlo bajar la cabeza, ni siquiera Emilia. Cuando la mimaba, todo era negociable. Pero cuando estaba lúcido, ella no significaba nada para él. Emilia soltó su cintura con los labios apretados y los ojos llenos de lágr