Capítulo 2
María mordía con fuerza el labio inferior, mientras sus uñas se clavaban en su mano hasta dejar marcas.
En realidad, al principio, la unión entre los García y los Fernández no era más que un acuerdo comercial; María no amaba a Alejandro.
Pero, por el bien de la empresa familiar, no tuvo más opción que seguir la voluntad de su padre y empezar a relacionarse con Alejandro.
Más tarde, la familia García decayó y los negocios comenzaron a empeorar.
Cuando estaban al borde de la quiebra, fue Alejandro quien inyectó capital, ayudó a Carlos a revertir la situación y, además, propuso el compromiso de manera voluntaria para calmar a los accionistas del Grupo Evolux.
María había pensado que Alejandro hacía todo eso solo por consideraciones estratégicas, que no quería que los demás dijeran que la familia Fernández cambiaba de bando según el viento y que, por eso, insistía en mantener la alianza. Creía que, una vez que los García se recuperaran, él rompería el compromiso.
Pero no lo hizo.
Incluso, recordaba con absoluta precisión las fechas de su ciclo menstrual.
Cuando ella sufría dolores menstruales, él permanecía a su lado sin separarse ni un instante, preparándole personalmente manzanilla.
Cuando Marta Sánchez la ponía en apuros, también era Alejandro quien salía en su defensa, una y otra vez.
El Alejandro dispuesto a interpretar el papel de prometido atento cumplía por completo todas las fantasías que María tenía sobre su pareja ideal.
Con el tiempo, ella se enamoró de él.
Seis meses atrás, Alejandro fue secuestrado por un enemigo.
Para rescatarlo, María se infiltró sola en el escondite enemigo.
Al final, logró salvarlo, pero perdió al bebé en su vientre.
Por miedo a que Alejandro se culpara, ocultó su embarazo a todos.
Sin embargo, después del secuestro, la actitud de él cambió.
Dejó de tocarla, no regresaba a casa por las noches y, con frecuencia, aparecían escándalos amorosos.
Ella creyó que él la había dejado de amar y le pidió romper el compromiso.
Pero Alejandro dijo que, en el mundo empresarial, ser demasiado fiel era motivo de burla, y que él solo jugaba con esas mujeres; ninguna podía sacudir su posición futura como señora Fernández.
Para contentarla, él pujó una y otra vez en una subasta solo para conseguir el diamante rosa que a ella le gustaba.
También, condujo en plena noche hasta el otro lado de la ciudad para comprarle los dulces que ella amaba.
Años de sentimientos no podían abandonarse de un día para otro.
Además, con la mayoría de esas, mujeres solo habían sido rumores y ella nunca lo había sorprendido en acto.
Por eso, María cedió.
Siempre le dijo que le daría otra oportunidad; que algún día él recapacitaría.
Pero, su paciencia y sus esfuerzos sirvieron para que Alejandro se volviera aún más osado.
Convencido de que ella jamás lo dejaría, rompió su límite una y otra vez.
Sin saber que, con cada nueva decepción, el amor de María se iba apagando lentamente.
Y ese último rastro de amor también había desaparecido por completo.
María sintió como si el corazón se le desgarrara. Empujó la puerta para salir y, justo al abrirla, se encontró de frente con los reporteros sensacionalistas que esperaban fuera.
Ellos irrumpieron con cámaras y micrófonos, haciendo preguntas sin respiro.
—Señorita María, el señor Alejandro dijo que esa joven era su nueva novia, ¿es cierto?
—También afirmó que ustedes habían terminado hace tiempo, ¿qué está pasando?
—La nueva conquista del señor Alejandro dijo que usted es su hermana y que él había estado esperándola a que creciera; que con usted solo jugaba. Alejandro no lo negó... incluso sonrió con cariño...
María no sabía cómo había logrado salir del hotel; cuando recuperó la noción, ya estaba sentada dentro del auto.
De pronto, su teléfono sonó. Era Marta.
—María, yo pensaba que sabías comportarte. ¡No imaginé que llegarías a permitir que tu hermana sedujera a Alejandro, provocando tal vergüenza!
—Vuelve ahora y arrodíllate en la Capilla Familiar para reflexionar.
Con un "bip" seco, la llamada terminó.
María dejó escapar una risa amarga; cada respiración le dolía hasta el fondo de los pulmones.
Llevaba cinco años comprometida con Alejandro y no había tenido un solo día de verdadera tranquilidad.
Marta era terriblemente tradicionalista y, desde el día del compromiso, impuso muchas normas, exigiendo que María se comportara como una esposa perfecta.
A las seis de la mañana debía levantarse para asistirla en su aseo.
Incluso, la trufa blanca que Marta comía cada día era María quien la preparaba.
Además, debía acompañarla a reuniones con las damas de la alta sociedad de Solarena.
Cuando hacía todo bien, no recibía reconocimiento; pero si cometía el más mínimo error, Marta la humillaba sin contemplaciones.
Había arrodillado decenas de veces en la Capilla Familiar. Incluso, había copiado los libros sagrados más de un centenar de veces.
Bajo las mangas largas y los pantalones largos, no había un centímetro de piel sin marcas.
La Capilla Familiar de los Fernández.
En una noche de pleno otoño, cuando la temperatura había caído, María se arrodillaba sobre el suelo helado. El frío se filtraba desde sus rodillas hasta cada hueso de su cuerpo y el corazón se le hundía en arrepentimiento.
Estuvo arrodillada toda la noche. Su cuerpo estaba rígido por el frío y sus piernas parecían haberse quebrado.
Esa noche, Alejandro se quedó acompañando a Laura y ni siquiera publicó una historia en Instagram para ella.
A la mañana siguiente, por fin se le permitió marcharse.
Sosteniendo su cuerpo agotado, regresó a la villa. Entonces, Carlos llamó. Su voz se escuchó ansiosa: —Laura dijo que está con Alejandro y que piensa romper su compromiso con Diego. ¿Qué está pasando?
Sin esperar que María respondiera, continuó con tono decidido. —Ay... tanto tiempo, y sigues sin ser capaz de conquistar el corazón de Alejandro. Entonces tú ocuparás su lugar y te casarás con Diego.
Y la llamada terminó.
María rio con amargura. Tal como había imaginado.
Pero esa vez, no pensaba seguir viviendo bajo el control de nadie.
Si tenía que casarse por alianza, elegiría a alguien que la amara.
Segundos después, sacó a cierta persona de su lista de bloqueados.
[Pronto terminaré toda relación con Alejandro. ¿Sigue en pie lo que me prometiste?]