Capítulo 12
—Ana, no estés triste.
Ana giró la cabeza y vio a su buena amiga, Marta López.
Marta se agachó y la rodeó suavemente por los hombros. —Ya te has encargado de todos los malos. Si Carlos y Laura te vieran desde el cielo, al verte tan fuerte e increíble, seguro se sentirían muy orgullosos de ti.
—Marta, gracias.
Ana se apoyó en el pecho de Marta, absorbiendo aquel calor tan difícil de encontrar.
—¿Gracias de qué? —Marta la reprendió con un toque de fingido enfado—. Ana, has sido nada considerada. ¡Te enfrentaste tú sola a Alejandro y a Carmen!
Fingiendo molestia, preguntó: —¿Por qué no viniste a pedirme ayuda?
—Por supuesto que era para no alertar a Alejandro. —Ana la abrazó, y en su voz se notaba el cansancio que dejaba un tono ligeramente ronco—. Por suerte, ya todo pasó.
Marta percibió su tristeza y le dio unas palmaditas suaves en la espalda para consolarla. —Ya está, la pesadilla terminó. Hoy te vienes a mi casa y te organizo una cena para celebrar.
—¡Tenemos que agradecer que nuestr

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