Capítulo 5
Las palabras de José fueron tajantes, sin dejar lugar a dudas.
Después de eso, no se quedó un segundo más: tomó a Lucia de la mano y se marchó delante de todos.
Las miradas que los demás le dirigieron a Isabel estaban cargadas de compasión y lástima.
Beatriz, que había permanecido en silencio todo el tiempo, no pudo soportarlo más y salió corriendo.
Isabel, al darse cuenta de lo que iba a hacer, la siguió apresuradamente y, en el garaje, vio a los dos hermanos discutiendo.
—Isa es mi mejor amiga, ¿por qué la humillaste delante de tanta gente? Ha estado enamorada de ti durante años, ¿no podías, al menos por consideración a sus sentimientos, tratarla con un poco más de amabilidad?
—La soporté durante siete años. Por ti, la rechacé de la forma más suave posible todas esas veces, ¿no crees que eso ya es suficiente? ¡Para mí, su amor solo ha sido una molestia!
Beatriz estaba tan indignada que casi pierde el control, su voz era un grito desesperado.
—No te preocupes, esta vez ya no volverá a gustar de ti. Desde que la dejaste tirada en la carretera, tuvo un accidente y sufrió una conmoción cerebral.
—La llevé a casa solo por ti, ¿por qué no iba a dejarla en medio del camino? Aunque haya tenido un accidente, aunque lo repitiera cien veces, por Lucia la abandonaría otras cien. Si todavía guarda rencor por aquello, dile que me mantenga lejos.
En la distancia, se oyó el portazo de un carro. Isabel, para no ser descubierta y evitar incomodidades, se dio la vuelta y se marchó rápidamente.
Al llegar a casa, recorrió con la mirada toda la vivienda y empezó a recoger todo lo relacionado con José de todos estos años.
Después, lo arrojó todo al cubo de la basura.
Pasó todo el fin de semana en casa, terminando de hacer las maletas.
El lunes, Isabel fue a la empresa y presentó su carta de renuncia al departamento de recursos humanos.
La noticia sorprendió al encargado:
—¿No estabas aún de baja por el accidente? Escuché que el puesto de directora de diseño quedó libre y que el presidente José pensaba ascenderte, ¿por qué quieres renunciar ahora?
Según le había contado Beatriz, después de graduarse, Isabel entró en el departamento de diseño del Grupo Gómez para poder ver a José cada día y estar cerca de él.
Durante tres años trabajó con dedicación solo para poder estar legítimamente a su lado.
Pero ahora ya no lo recordaba, ni recordaba lo que sentía por él.
Así que, frente a los compañeros que intentaban disuadirla, Isabel sonrió con tranquilidad:
—Quiero volver a casa. A partir de ahora me quedaré en Lagoazul.
No insistieron más y recogieron la solicitud.
—De acuerdo, pasaré tu renuncia para que la firme el presidente José. Una vez la firme, el proceso estará terminado.