Webfic
Open the Webfic App to read more wonderful content

Capítulo 4

—¿Qué crees que debería haber visto? Contuve mis emociones y lo miré con calma. Como si no supiera absolutamente nada. Rodrigo, como siempre, me revolvió el cabello y me habló en voz baja para tranquilizarme: —Ya no hagas berrinche. ¿No lo hablamos? El día de la boda tú serás mi novia. Aunque papá quiera oponerse, ya no podrá hacer nada. Lo miré a la cara y, de pronto, me eché a reír. Resulta que, cuando el dolor alcanza su extremo, uno puede reír. No era la primera vez que él hablaba conmigo de planes de boda. Pero la única vez que pensaba llevarlos a cabo, era para destruirme por completo. "No hace falta tanto lío." Pensé en silencio. Cuando llegue ese día, yo ya estaré en un avión rumbo al extranjero. Cada uno en su camino, sin volver a vernos jamás. Rodrigo pareció creer que solo estaba haciendo un berrinche. Compró los dos vestidos de novia y nos llevó a Mónica y a mí de vuelta a casa. Sin embargo, cuando empezaron a hablar de los anillos, Mónica de pronto me miró: —Escuché que Sofía es diseñadora. Diseñar un par de anillos para nosotros no debería ser problema, ¿verdad? Yo tenía que preparar el concurso y no tenía tiempo para eso. Justo cuando iba a negarme, Rodrigo habló primero: —Da la casualidad de que Sofía ya tiene un par de anillos diseñados. ¿Qué tal si nos los regala como obsequio de bodas? Al oírlo, el corazón me dio un vuelco. Eran los anillos de boda que yo había diseñado para él y para mí. Había tardado un año entero en crearlos. Y ahora me pedía que se los entregara a él y a Mónica como anillos matrimoniales. —¿Qué pasa, no quieres? Te los compro por 3.000.000 dólares, ¿te parece suficiente? Mientras hablaba, Rodrigo intentó sacar una chequera. Lo detuve. —No hace falta. El día de la boda igual iba a darles un gran regalo. Que esos anillos sean mi obsequio de matrimonio. El rostro de Rodrigo, que aún sonreía, se ensombreció de golpe. Sin decir una palabra, me siguió escaleras arriba para buscar los anillos. En cuanto entramos a la habitación, de pronto me acorraló contra la pared. Cuando su beso cayó sobre mí, le mordí con fuerza el labio. El sabor a sangre se extendió en mi boca, pero él no me soltó. Sus manos empezaron a deslizarse por debajo de mi ropa. Usé toda mi fuerza para empujarlo. Cuando intenté salir corriendo, me jaló de nuevo. Me abrazó por detrás, en aquella postura que antes tanto nos gustaba. —Sofía, ¿por qué aceptaste? Ese anillo lo diseñaste para nosotros. Escucharlo me pareció absurdo. —¿No era eso lo que querías? Yo solo cumplí tu deseo. Lo miré sin la menor emoción en los ojos. Rodrigo sostuvo mi mirada largo rato. Luego me apretó con más fuerza y me suplicó en voz baja: —Antes solo estaba muy enojado, enojado porque le diste nuestros anillos a Mónica. En mis labios se dibujó una sonrisa cargada de burla. Fue él quien pisoteó mi dignidad y me convirtió en un chiste. Y ahora todavía pretendía montar esta escena delante de mí. Pero ya no quería seguir jugando a su juego. Esta vez, era yo quien se retiraba. A la mañana siguiente, Rodrigo ya no estaba en casa. Bajé y vi a Tomás sentado en la sala. Frente a él, había dos vestidos de novia idénticos, los mismos que Rodrigo había comprado el día anterior. Cuando Tomás me vio, en sus ojos se mezclaron la angustia y el dolor. Pasó mucho tiempo antes de que, con la voz ronca, me preguntara: —¿Puedes decirme por qué Rodrigo compró dos vestidos de novia exactamente iguales?

© Webfic, All rights reserved

DIANZHONG TECHNOLOGY SINGAPORE PTE. LTD.