Capítulo 10
«¡Rayos! Es muy hermosa, ¿cierto?». Mi lobo interno aulló y despertó unos sentimientos complicados en mí. Quería responderle que era un asqueroso por pensar de aquella manera, pero no podía negar el hecho de que tenía razón.
Mientras pensaba cuál castigo era el mejor para una chica tan bella y de apariencia tan increíble, ella caminó hacia nosotros. Había desaparecido por completo el pánico que era evidente en sus ojos o lo había escondido de forma deliberada para mostrarse fuerte. Como fuera, se aproximó de manera muy confiada.
—Reconozco sus ojos, y queda claro que ya saben lo que soy. Son los hombres que envió el alfa a buscarme, ¿cierto? —preguntó ella y sentí confusión.
Lobo o no, todos los de nuestra especie tenían la capacidad de reconocer el poder y la posición de otro lobo a través de su aura. ¿Acaso no me reconocía como Sebastian, el alfa más fuerte del mundo? Aunque no supiera que yo era Sebastian, debía ser capaz de saber que yo era un alfa.
—Este… —Blake comenzó a hablar, pero, por algún motivo, sentí la tentación de esconder la verdad. Quería ver si ella de veras no me reconocía o jugaba con nosotros.
Detuve a Blake a través de nuestra conexión mental. «No le digas la verdad», ordené, y todos asintieron.
—Así es. ¿Y quién eres tú? —respondí.
—¿Acaso no lo ves? Soy una mujer lobo. Bueno, una loba sin lobo interior. Ya sabes lo que quiero decir —contestó con una mueca de impaciencia. Y aunque era una gran falta de respeto que alguien utilizara aquel tono con un alfa, no pude molestarme con ella. Se veía muy graciosa al hacer aquella mueca.
—¿Eres una linterna?
—Adivinas correctamente, señor Obvio. Yo… no soy buena juzgando los rangos. Me presentaré y luego lo harán ustedes, pues debo regresar a clases. Gracias a su alfa, hoy no he podido asistir a mi conferencia. Me darán cien puntos de demérito y no podré aprobar este año —continuó ella, y sus palabras me hicieron mirar a los chicos de forma burlona.
Vaya, aquello era interesante. Estaba más preocupada por sus puntos académicos que por el hecho de estar parada frente a los lobos que podrían haber ido a aquel lugar a llevársela, y quizás fuera el último día de su vida.
—Soy Blake, el beta de la manada —dije con desvergüenza.
Blake tosió y los demás abrieron los ojos, sorprendidos. Bueno, necesitaba algún rango como disfraz, y decir que era beta era el mejor disfraz. Me encogí de hombros. Estaba orgulloso de mi imaginación, mientras ellos estaban embobados con aquella chica frente a nosotros.
—Dije que me iba a presentar primero. ¿Acaso eres tonto? —contestó ella, y mi lobo interno rompió en carcajadas. No pude evitar fruncir el ceño.
Aunque no reconociera que yo era un alfa, y yo había dicho que era un beta, y ella era una linterna; lo menos que podía hacer era respetarme. ¡Era una atrevida! «Cálmate, Sebastian. Has venido a investigar el caso de esta linterna, y no todo se resuelve con matar. Recuerda que debes entregar un informe». Me calmé antes de volver a mirarla.
—Claro... —comencé a hablar, pero me interrumpió al alzar una mano. Su celular sonaba, miró el identificador de llamada y sonrió.
—Necesito tomar esta llamada —dijo ella y se alejó de nosotros.
—¡Alfa!, ¿por qué actúa así? Esa chica es muy irrespetuosa. ¿Por qué usted le sonríe si actúa así? —preguntó Luke, quien siempre tuvo muy mal carácter.
—No podemos castigarla con facilidad, Luke. No es tan fácil como parece —comenté y observé a la chica, que tenía una expresión preocupada, pero luego sonrió satisfecha.
—¿Por qué dice eso, Alfa?
—Porque la persona que la acaba de llamar es Mark Michaelson. Si no me equivoco, es el hijo del presidente del consejo. ¿Por qué un miembro del consejo llama a una linterna que se esconde en una universidad humana? Tal vez ustedes no lo notaron, pero ella lleva al cuello un pendiente protector de olor. En esta historia, hay más de lo que aparenta. ¿Acaso no notaron que, aunque utilicé la mirada de alfa, ella ni siquiera parpadeó, y mucho menos se sometió? —expliqué y ellos asintieron. Según lo que sabíamos, ninguna linterna era capaz de aquello. Tal vez las teorías estaban equivocadas, porque yo nunca había conocido a una linterna en persona.
Podría ser cualquier cosa, y solo se sabría la verdad cuando la obligara a contarme todo. Me pareció que la situación era complicada y retorcida; así que me propuse llamar a Mark para comprender los detalles.
Ella terminó de hablar y suspiró en voz alta. Me recosté a una columna y esperé a que regresara para continuar nuestra conversación.
—¿Dónde estábamos? Ah, cierto, iba a presentarme. Hola, soy Alexis Clark, y ya saben que soy una linterna. Llevo un año escondida en esta universidad. Mis padres y mi manada me desahuciaron, y cuido de mí misma.
Al escuchar su presentación, mis ojos se abrieron de par en par. ¿Vivía sola sin que nadie la protegiera? ¿Cómo había logrado hacerlo durante un año? Mi decisión de cazar a todos los solitarios flaqueó por primea vez.