Capítulo 17
—¿Te importaría desatarme? —habló el joven que estaba sentado frente a mí, lo que provocó que lo mirara algo incómoda.
—Cometí un error al golpearlo con ese bate y atarlo así a la silla, pero ¿está bien desatarlo ahora? ¿Y si intenta hacerme daño de verdad o me ataca en cuanto lo desate? ¿Y si me guarda rencor y se desquita conmigo en cuanto lo libere? ¿O si es uno de esos hombres vengativos?
—Alexis, cariño. Ya le hiciste daño al pegarle con ese bate y atarlo, ¿ahora vas a tenerlo así para siempre? Vino a limpiar tu casa por ti, ¿y qué hiciste a cambio? Pegarle. Dale un respiro y mira si su herida está curada o no —dijo Ariana y, al decirlo de esa manera, creí que tenía razón.
Por otro lado, Mark aún se reía a carcajadas, así que suspiré fuerte y miré al joven antes de desatar las cuerdas.
—¡Vaya, qué buena hospitalidad he recibido hoy! —dijo él al poner los ojos en blanco.
—Lo siento. ¿Estás herido? ¿El golpe ya sanó? ¿Quieres que te lleve a un hospital? —pregunté preocupada.
—No, estoy bien. La herida está curada. Debo decir que, para ser una mujer, golpeas muy fuerte. Por cierto, soy Eric —dijo él mostrando sus hoyuelos.
Después de desatarlo y tenerlo de pie en toda su gloria, lo miré de arriba abajo. Mis ojos recorrieron su cuerpo como si lo escaneara y debo decir que era muy guapo.
—¿Quieres hablar con Mark? Todavía está al teléfono —le dije al despejar mi mente y le entregué el celular cuando asintió—. Estaré arriba —concluí antes de dar media vuelta e ir hacia mi habitación.
Al entrar en la habitación, me sorprendí al ver que fue bastante considerado de no irrumpir en ella mientras yo no estaba. ¿Y cómo lo supe?; pues porque pude ver mi balcón sucio. Aunque la habitación no tenía tanto polvo, gracias a que cerré bien las puertas, seguía estando un poco sucia en comparación con el resto de la casa.
Me puse una bermuda y una camiseta, además, dejé mi cabello suelto, ya que me gustaba la forma en que rebotaban los suaves rizos que se habían formado por haberlos mantenido en un moño durante mucho tiempo. Apliqué un poco de rímel y brillo labial, y estaba lista para salir con mis botas de tacón favoritas.
—¿Vas a algún sitio? —preguntó Eric en cuanto bajé las escaleras.
—Sí, hay una fiesta alrededor de una fogata. Les prometí a mis amigos que esta vez iría. Y sí, también iré de compras —dije antes de sacar una manzana del refrigerador. Al voltearme, noté su expresión de incomodidad al no decir nada.
—¿Qué espera? Mark le pidió que limpiara la casa y él hizo su trabajo; ¿y ahora qué? ¿Quiere que le ofrezca algo? ¿Debo pagarle por el buen trabajo que hizo? Pero es el hermano de Mark, seguro que no lo acepta, ¿y si se ofende por mis acciones? ¿No puede decirme él mismo lo que necesita?
—Bueno, lo menos que podrías hacer es invitarlo a cenar —sugirió Ariana y abrí mis ojos de par en par.
Sí, era cierto. ¿Y si tenía hambre? Es decir, lo encontré rebuscando en mis estantes. En serio, ¿dónde quedaron mis modales? Dios, llevaba tanto tiempo viviendo sola que había olvidado los pasos básicos de cortesía para tratar a un invitado.
—Umm... ¿quieres comer algo? Bueno, voy a ir a la fiesta, así que no voy a comer en casa; ¿por qué no vienes conmigo? —le pregunté con la esperanza de que se negara, porque yo no era muy sociable. Además, no podía quitarme de la cabeza el hecho de que lo había golpeado.
—Claro, me encantaría —respondió él con brillo en sus ojos.
Su mirada brillante al decir que sí fue tan linda que no tenía corazón para buscar otra una excusa. «Bueno, ahí queda mi plan de escape», pensé antes de sonreírle entre dientes. ¿Él estaba usando su encanto a propósito para entrar en mi casa y en mi corazón?
—Genial, vamos entonces. ¿Quieres ir vestido así? —pregunté, aunque no había nada malo en su ropa.
—Oh, por supuesto que no. Dame un minuto. Me cambiaré rápido —respondió él y quedé confundida.
Antes de que pudiera decir nada, lo vi dirigirse a toda prisa hacia el cuarto de huéspedes y no pude evitar fruncir el ceño.
—¡Oye, no tengo ropa de hombre aquí! —grité.
—¡No pasa nada, lo tengo todo arreglado! —gritó.
Bueno, eso fue raro. ¿Qué se suponía que quería decir? Al acercarme a la mesa, tomé mi celular. Le quería preguntar a Mark si todo estaba bien con su hermano, pero un mensaje suyo me dejó sin palabras. Decía: «Hola, princesa. Se me olvidó decirte que Eric vivirá contigo hasta que regrese de mi viaje de negocios y solucione este asunto del traidor en el consejo. Es un buen luchador y te cuidará y protegerá mientras estés viviendo en tu casa del bosque. No quiero que se repita el problema de los maleantes de la última vez. No podré dormir por la noche con el temor constante de que un bandido entre en tu casa. Sé que has tomado las medidas de seguridad y que puedes manejar todo bastante bien, pero, aun así, para la tranquilidad de mi corazón, deja que se quede, ¿sí? Volveré en cuarenta y cinco días más o menos. No me eches mucho de menos». «¿Qué te pasa, Mark? ¿Lo dejas vivir conmigo? ¿Una mujer y un hombre viviendo bajo el mismo techo?». Fue mi mensaje en respuesta, pues no quería llamarlo y herir a Eric con mis palabras descuidadas. «Bueno, hemos vivido juntos muchas veces. No veo nada malo en ello. Además, ¿por qué hablas como un humano? ¿Hombre y mujer viviendo bajo el mismo techo? Los hombres lobo nos vemos desnudos todo el tiempo cuando nos convertimos en lobos y volvemos a la forma humana. Y eso que ni siquiera andas desnuda en tu casa». Llegó otro mensaje. Bueno, se olvidaba de que no era un hombre lobo y nadie me había visto desnuda. Además, ese no era el punto. ¿Dónde estaba su cerebro aquella vez? «Mark, eso no es lo que quiero decir. ¿Qué pasa si me enamoro de él? Me romperá el corazón». Le envié otro mensaje, jugando la carta emocional con él. «Tú no te enamoraste de mí cuando estuve tanto tiempo cuidando de ti. ¿Por qué es diferente ahora? Además, somos los miembros del consejo, cariño. No tenemos pareja, podemos elegirla. Puedes enamorarte de cualquiera de los dos; sin embargo, me encantaría disfrutar de ti antes que él», respondió Mark y puse los ojos en blanco. ¿Podría hablar en serio aunque sea un solo minuto? Estaba a punto de responderle cuando escuché que la puerta del cuarto de huéspedes se abría.
—Estoy listo —dijo Eric y salió de la habitación.
Esto provocó que tragara en seco. ¿Qué demonios? ¿Mis hormonas se dispararon o es que era demasiado atractivo? Allí estaba, de pie frente a mí, con unos vaqueros rotos y un pullover con una chaqueta negra encima. Al ver sus ojos, su cabello rubio y sus hoyuelos, supe que estos cuarenta y cinco días iban a ser largos y un completo infierno. ¡Diosa lunar!, me rompes el corazón con esto de la pareja. Al menos sálvame de estos hombres apuestos que me rodean. Recordé que aún tenía que responderle a Mark y tomé de nuevo el celular. «¡Que te den, Mark!», contesté rápido antes de sonreírle a Eric. «Estoy esperando ese día, princesa». Fue su encantadora respuesta. ¿Recuerdas cuando dije que mi vida no podía ser normal? Sí, mantengo esa afirmación.
Nota del autor-- ¡Hola, mis adorables lectores! Espero que todos estén bien. Quería saber si les está gustando mi obra y sus protagonistas. Si es así, me gustaría que dejaran algún comentario en el libro y votaran por mi historia. Me sentiría muy agradecido si pudieran hacerlo. Además, en agosto, se va a bloquear la historia y tendrán que pagar para leerla. Espero que apoyen mi libro como siempre lo han hecho. ¡Los quiero a todos! Muchas gracias por su amor y por su apoyo.