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Capítulo 18

—¿Estás bien? Pareces un poco pálida —preguntó Eric mientras se acercaba a mí. Debido a esto di un paso atrás de manera involuntaria y, al ser la chica afortunada que era, tropecé con el sofá y caí de cara sobre este. —Estoy bien —dije levantando un pulgar. —Sí, ya lo veo. Deja que te ayude —dijo Eric antes de levantarme por los hombros. —Con seguridad, ahora mi cabello es un desastre —murmuré mientras reía de mi desgracia. —A mí me parece bastante bien. Estás preciosa —dijo él con su rostro a solo unos centímetros del mío. No sé si fue solo un delirio, pero creo que sus ojos se volvieron oscuros por un breve segundo. Tal vez veía y leía demasiadas comedias románticas sobre hombres lobo y mi cabeza estaba llena de estas ideas románticas. Asentí ante mi propio razonamiento, me puse de pie y creé algo de distancia entre nosotros. —Yo… umm... Se nos hace tarde —dije al querer aliviar la tensión en la habitación. —Claro, princesa. Vamos —respondió Eric y puse los ojos en blanco antes de mirarlo con brusquedad. Simplemente él no se refería a mí de esa manera. —No me llames así —dije, o más bien murmuré. —¿Por qué no? —Porque no me gusta. —Bueno, dejas que Mark te llame así. —Él es diferente. —Es mi hermano. No veo ningún problema en eso. —Puede que sea tu hermano, pero tú no eres el mío. ¿Y por qué estamos discutiendo sobre esto? Solo no me llames así. —Esa fue mi respuesta, lo que parecía más como la súplica de un niño. —Bueno, está bien, cariño —dijo Eric riéndose de mi rostro contorsionado. —Como quieras. Sube al auto —dije antes de echar un vistazo a mi casa. —Sabes, la verdad es que es muy fácil vivir contigo. No eres para nada como te describió Mark —confesó Eric, lo que hizo que lo mirara por un corto período de tiempo antes de volver mi vista al frente. —Ahora, ¿qué se supone que significa eso? ¿Qué te dijo? —pregunté, aunque ya sabía que podría ser algo malo. —Bueno, dijo que eres muy gruñona y temperamental, que no te moleste cuando estés trabajando en tus experimentos o te convertirás en la mismísima muerte y me arrancarás el alma. También mencionó que me alejara de tu comida —dijo Eric y me hizo reír. —Exageró las cosas por lo que pasó la última vez cuando se quedó conmigo —respondí antes de voltearme rápido con enfado. Después de conducir durante más de una hora, por fin llegamos a nuestro destino. Se trataba de una playa, que casualmente estaba a pocos kilómetros de la manada de Blake. Esto hizo que me preguntara si alguno de los hombres lobo aparecería. Me refería a que no era raro que se unieran a este tipo de fiestas. Además, no era una fiesta de la universidad en la que solo se permitían humanos. Todo el mundo en la localidad podía unirse; por no hablar de que los hombres lobo siempre conseguían una entrada debido a sus cuerpos ardientes y sensuales. —Tierra a Alexis. ¿Vamos a entrar o nos sentamos aquí? —preguntó Eric, sacándome de mi mundo en Lalalandia. —Sí, siento haberme despistado. Vamos —dije antes de apagar el motor y salir del auto. Al entrar en la fiesta, de inmediato divisé a Audrey, que estaba de pie junto a Shane y no pude evitar sonreír. Las tensiones sobre los alfas podían esperar. En aquel momento, necesitaba relajarme un poco. Con eso en mente, caminé hacia ella para tocar su hombro. Quería saludarlos; sin embargo, antes de que ella pudiera voltearse y yo pudiera decir algo, me vi envuelta en un fuerte abrazo que no me dejaba respirar correctamente. —¿Qué demonios estás haciendo? —Oí una voz enfadada y, antes de que pudiera decir algo, apartaron a Shane de encima de mí. Al darme la vuelta, vi a un Eric de aspecto serio, que con la mirada fulminaba a Shane. —¿Qué demonios crees que estás haciendo, Eric? —dije antes de tomar la mano de Shane y acercarlo a mí. Para él, podrían ser solo humanos, pero, para mí, eran más que una familia. —Lo siento, Alexis. Pensé que era alguien que no conocías. Lo siento, chico —le dijo a Shane, que se limitó a reírse antes de mirarme y abrazarme de nuevo. Mientras Shane y yo nos abrazábamos, mis ojos se encontraron con Audrey, que me veía extraño. Sabía en qué estaba pensando. —Shane, si has terminado de abrazarla, ¿puedes darnos un minuto? —dijo Audrey antes de apartarme un poco de ambos. —Sé lo que estás pensando. No hay nada de eso entre él y yo, ¿bien? —le dije y puso los ojos en blanco antes de mirarme fijo—. Te juro que no hay nada entre nosotros. Hoy lo conocí. Mi amigo lo envió como mi guardaespaldas. Él es responsable de mi seguridad y nada más —repetí. —¿Estás segura de que solo es tu guardaespaldas? ¿Por qué intuyo algo más aquí? —preguntó Audrey y, como no respondí, se limitó a resoplar un poco antes de asentir con la cabeza—. No sé cuándo llegará el día en que pueda ver a tu novio. ¿Estás pensando en hacerte monja o algo así? —continuó y me hizo reír, luego nos acercamos a Shane de nuevo. —¿De qué estaban hablando? —preguntó él con la curiosidad de siempre. —Cosas de chicas —dijo Audrey, lo que hizo que pusiera los ojos en blanco. Esta era una de las afirmaciones que Shane más odiaba en el mundo, y Audrey la utilizaba a propósito para molestarlo. —Ustedes siempre me hacen eso. No les voy a hablar más —se quejó Shane y Audrey me miró antes de que ambas asintiéramos con la cabeza. —No. Sea lo que sea que estén pensando, ¡olvídenlo! —gritó Shane. Sin embargo, sus gritos fueron en vano mientras lo sujetábamos por las manos y lo arrastrábamos hacia el agua antes de arrojarlo. —¡¿Qué mal he hecho en mi vida para tener amigas tan molestas como ustedes?! —gritó él cuando salió a la superficie. —Sabemos que nos quieres —dijo Audrey, y los tres nos reímos de su expresión. Mientras me reía junto a mis amigos, sentí una sensación en la espalda, como si me estuvieran observando. Al voltearme, miré hacia el bosque, donde vi la silueta de alguien. —¿Hacia dónde miras, cariño? —Escuché la voz de Eric y di un salto de sorpresa. Antes de que pudiera reaccionar, me arrojó al agua. Esto hizo reír a Shane mientras lanzaba a Audrey también. —No acabas de hacer eso. ¡Ahora nadie puede salvarte de mí! —grité. Eric se rio y comenzó un juego de persecución mientras corría detrás de él para meterlo al agua como nosotros.

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