Capítulo 21
Lucia llegó al hospital justo a la una, cuando la sala de conferencias ya estaba llena de gente.
Nuria le susurró: —Alguien vino a hacer un escándalo en el hospital. Un familiar del paciente de la cama cinco insiste en que alguien de nuestro departamento filtró la información a los medios, y ahora exigen que el hospital dé una explicación.
Lucia miró hacia el frente, donde en el centro de la larga mesa de conferencias se sentaban el director del hospital y el jefe de departamento, junto a una mujer pálida en bata de hospital.
Parpadeó, reconociendo a la paciente que había visto accidentalmente en la oficina de Carlos.
La había visto solo de pasada y no la había reconocido antes.
La reunión se centró en reafirmar el compromiso del hospital con la protección de la privacidad de los pacientes y en declarar que investigarían el incidente a fondo, ya que había tenido un impacto muy negativo.
Implícitamente, se recordó a todos que quien hubiera filtrado la información debía admitirlo.
Nuria llevó a Lucia fuera de la sala, sacudiendo la cabeza con incredulidad: —¿Quién más ha visto al paciente de la cama cinco? Deberían investigar a los médicos y enfermeras que lo trataron, ¿qué tenemos nosotras que ver con eso?
Lucia miró de nuevo hacia la sala de conferencias, donde Carlos hablaba con el director, y la paciente de la cama cinco estaba a su lado.
Nuria siguió su mirada y comentó: —Carlos es su médico tratante, ¿no te lo había dicho?
Lucia frunció el ceño levemente: —¿Cómo iba a decirme algo así? Es información confidencial.
Volvió a mirar a Carlos.
Él, siempre imponente y distinguido, llevaba su bata blanca con una naturalidad que le confería un aire aún más noble.
Lucia justo lo vio de perfil, sin saber de qué hablaban, pero por la seriedad en su rostro y el leve fruncir de sus cejas, era evidente su preocupación.
Apretó los labios, una preocupación velada apareciendo en su mirada.
La atmósfera en todo el departamento era sombría, y en la estación de enfermería nadie hablaba en voz alta, todos se concentraban en sus tareas.
Lucia esperó a que Carlos terminara su jornada, y en cuanto salió de su oficina, ella lo siguió.
Él la miró de reojo y preguntó: —¿Qué necesitas?
Lucia, con voz baja, dijo: —En la reunión, ¿el director te dijo algo? Parecías muy serio.
Carlos se detuvo, girando su mirada hacia ella con los párpados ligeramente caídos, y su voz grave resonó: —No es asunto tuyo, no preguntes.
Lucia se quedó sin aliento, bajó la vista y explicó: —Solo me preocupo por ti.
Hizo una pausa antes de agregar: —Acabo de enterarme de que eres el médico tratante de Julia.
Su tono era cauteloso, tanteando.
Carlos la miró con indiferencia, reflexionando por un momento.
Lucia, sintiéndose repentinamente ansiosa, sabía que a Carlos no le gustaba que se involucrara demasiado en sus asuntos. Se apresuró a añadir: —Solo pienso que es un asunto grave. El departamento ya está siendo afectado, y la investigación del hospital seguramente será exhaustiva.
Carlos retiró su mirada de ella y tras una pausa dijo con calma: —Te preocupas demasiado por los demás. Deberías preocuparte más por ti misma. Aquel día en la oficina, te encontraste con ella.
Lucia se detuvo, su mente quedó en blanco por un momento: —¿Qué?
Carlos, imperturbable, continuó: —No muchos saben que Julia está hospitalizada, solo el equipo médico asignado a su caso.
—Además de ese equipo, hasta ahora solo tú sabes que la viste. —Su tono era plano, pero sus palabras eran frías como el hielo. —El director y el jefe del departamento hablarán contigo más tarde. Prepárate.
Lucia tardó un momento en procesar la información.
Abrió la boca, seca, diciendo: —Ese día ni siquiera reconocí que era Julia, no tiene nada que ver conmigo.
Carlos respondió con frialdad: —Explícaselo al director.