Capítulo 46
En el pasado, Fabiola ya le había mencionado más de una vez este asunto a Gustavo, pero él no mostraba el menor interés por la empresa.
Y Gustavo era el mejor hombre al que Fabiola podía aspirar; no podía conformarse con un esposo inferior a él, ¿verdad?
¿Quién iba a pensar que, al final, todo se solucionaría tan bien?
Ahora Gustavo no solo podía heredar la compañía, sino que además se preocupaba por sus asuntos. Fabiola estaba satisfecha.
Sofía, mientras mandaba a las enfermeras de la habitación a pelar fruta, hablaba con ternura hacia Marcos: —No te preocupes los asuntos de la empresa, déjalos a los gerentes de los otros departamentos. Ahora tienes demasiadas cosas en qué pensar. Deja todo eso y concéntrate solo en cuidar con esmero de Fabiola.
—Mamá, ahora la empresa tiene asuntos importantes. Aquí, con usted y con tantos médicos y enfermeras, a Fabiola no le pasará nada.
Miró distraído hacia la tormenta afuera de la ventana, y en su corazón no había otra cosa más que su amada Regin

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