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Capítulo 6

Nunca habría imaginado que la enviara al Centro San Vital. Él lo sabía, él sabía perfectamente qué tipo de lugar era ese centro. Hacía unos años, se expusieron los abusos cometidos allá. Numerosos casos sangrientos salieron a la luz. Incluso, se desenterraron huesos humanos, estremeciendo a todos. Pero ese asunto pronto fue silenciado, ya que había poderosos hombres detrás. El Centro San Vital no solo no se vio afectado en lo más mínimo, sino que incluso prosperó aún más. En aquel entonces, cuando Renata lo supo, se sintió indignada por ese fenómeno. En ese momento, cuando Ramiro se enteró de eso, la abrazó. —Reni, no tengas miedo. Cuando tenga un poco más de poder, eliminaré esas instituciones ilegales; en este momento, te aseguro que serán llevados ante la justicia. Pero ahora, había olvidado esas palabras. ... Ella duró allí una semana, experimentando los momentos más oscuros de su vida. Durante el día, en el vestíbulo, copiaba cartas de confesión y realizaba trabajos físicos. Por la noche, la encerraban en la habitación más oscura y fría, donde la golpeaban y la obligaban a desfilar desnuda. Después de siete días, no quedaba un solo lugar sano en su cuerpo, salvo la cara. Los maestros que llevaban varas en la mano le hacían una pregunta todos los días: —¿Reconoces tu error? Comenzó negando con la cabeza, pero terminó asintiendo con indiferencia. Esto le tomó siete días. Incluso después de que admitiera su error, Ramiro no fue a recogerla. Quizá acababa de casarse y estaba ocupado viajando con su esposa. O quizá se había olvidado de que existía. No fue sino hasta medio mes después, cuando ya había perdido toda esperanza, que él apareció. Tenía la cara pálida, la miraba ansiosa, pero lo primero que dijo fue: —Reni, ven conmigo rápido. Isabel está en la sala de urgencias, el trasplante de corazón se adelantó. Renata no lo cuestionó, sino que lo aceptó con indiferencia. En el camino al hospital, él la miró y con voz de disculpa le dijo: —Reni, lo siento, he estado muy ocupado estos días, llegué tarde. —Pero parece que el resultado no fue tan malo. Dentro no era tan aterrador como decían los rumores. Mira, no sufriste ningún daño, ¿verdad? Cuando escuchó, rio sarcásticamente y pensó para sí misma. Todas las heridas estaban cubiertas por la ropa, por supuesto que no te diste cuenta. Sin embargo, ella miró por la ventana sin decir una palabra. En su mente solo había un pensamiento: irse; cuando terminara el trasplante de corazón, por fin estaría liberada. Durante el trayecto, él seguía consolándola. —Reni, cuando termines la cirugía, en unos días retiraré la solicitud de divorcio. Seremos como antes. —Sé que me amas mucho, y yo también te amo. Solo espera un poco más, solo un poco más. Después de escuchar esto, ella apretó los labios y no dijo nada. Luego lo miró. En el fondo solo quedaba odio. Ramiro, te equivocas. Ya no te amo. Todo el amor que sentí por ti, hace mucho desapareció. Ahora, lo único que siento es odio.

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