Capítulo 9
Cuando Abelardo llegó al hospital, Carmen estaba sentada en la cama, con los ojos llenos de lágrimas.
—¡Carmen! —Se apresuró a abrazarla, consolándola en voz baja.
—Me duele. —Las lágrimas de Carmen caían por sus mejillas, una tras otra, empapando una gran parte del traje de Abelardo.
—Señor Abelardo, estaba en el centro comercial, quería elegirte una corbata, pero quién iba a pensar que, sin querer, me caí...
Empezó a sollozar. —Señor Abelardo, lo siento, si de verdad perdemos a este bebé, no solo te estaría fallando a ti, también le fallaría a Doña Raquel...
—Ya está, ya está. —Abelardo le acarició el vientre abultado y, con la otra mano, le secó las lágrimas con una suavidad aún mayor.
—El bebé está bien, está perfectamente, no te preocupes.
Carmen se esforzó en poner una expresión lastimera. —Lo sé, sé que solo porque llevo tu hijo en mi vientre he podido quedarme tanto tiempo a tu lado y recibir tus cuidados.
—Señor Abelardo, en realidad yo... —Hizo una pausa—. En realidad, siempr

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